
Ayer, después de un intenso día de trabajo en R1, editando, bolcando, crispándonos..., fuimos a dar un paseito por la zona vieja de Santiago. Y otra vez sentí eso que los filósofos ansían: felicidad.
Muchas veces discutí sobre eso con cierta persona. Para esa persona, los momentos más felices los vivía conmigo. Realmente decía que sólo conmigo. Pero yo nunca pensé así. Yo tenía muchos otros momentos en los que irradiaba eso que parece un imposible.
Y gran parte de ellos, en Santiago.
Ayer, sin ir más lejos, en la plaza de la Quintana, con los hippies y sus perros. Una gaita, unos chicos negros tocando unos bomgos. Buen rollito. La gente se saludaba. Y nosotras lo contemplábamos todo mientras manteníamos una conversación animada sobre MahomasYonquis y derivados...
Al irnos, pasando por la plaza de las Platerías, un inglés tocaba la guitarra. Le di un euro. Intento darle siempre a todos los que tocan en la calle. Cuando paso a su lado y voy con el mp3, me saco los cascos. Es una manía. Mi forma de guardarles respeto y apreciar lo que ellos hacen. Y si tengo algo suelto, se lo dejo en la gorra o en la funda del instrumento. Total, que es para mi, en ese momento, un euro. Tengo la felicidad a cambio de un euro. Poco más se puede pedir.
Pero no la compro... La tengo por algo inmaterial. No es un coche, ni una casa. Es la amistad, el buen rollito, la buena compañía y la música.
3 comentarios:
Por que escribes sempre cousas tan bonitas Andre?
Hoy se sale.
Un bico
Buenoooo O más jajaja Muchas gracias, de todos modos :) Me alegro que te gusten!
qué bonito
un euritoooooooo
jajaja
cómo se bota de menos a música na quintana... bueno
no metro lisboeta o acordeón acaríñame os ouvidos...
agora que o penso... hai semanas que non vexo ao neniño que toca o acordeón co canciño enriba aguantando un mini-recipiente :S
non o pensara!!!
bikos
Publicar un comentario