sábado, 28 de junio de 2008

Un Babío


El otro día hablando con mi madre ella llegaba a la conclusión de que cuando yo era pequeña no me consentía nada: no me compraba la nintendo "guachufli", el tamagochi "chachiguay", no me cebaba de golosinas... Pero claro, ya se sabe, yo tengo respuesta para todo y es que Bridget tampoco reclamaba esas cosas.
Aun así, siempre hubo una persona que a esas edades me cumplía todos los caprichos. Ahora, incluso, también me ofrece chanchullos culturales. Todo el mundo pensará: su abuela, lógico. Pero no. La persona que me consentía en cumpleaños, fines de semana, navidades y festivos fue y será Pepín, Pepín Babío, que precisamente mañana cumple X años (no vamos a airear secretos innecesarios).
A Pepín lo caracteriza su pasión por el cine (de hecho, yo creo que es a él quien debo esa extraña capacidad para adivinar el título de la película viendo un solo fotogramas) que va directamente unida a su pasión por "una de palomitas hiper-supergigante-combo". Los viernes solía venir a ver la del Plus a mi casa. Mi madre, él, sus hermanas "Las Babío" y yo, nos poníamos de pipas hasta arriba viendo el estreno de la semana. Y como en esta vida, todo está relacionado. Porque otra de las aficiones de Pepín se encuentra en la "comida basura" (¡a pesar de que ahora no debe de tener donde meterla!). Pero no en la comida basura de cualquier tipo, sino en las hamburguesas del Corazón de Viena con las patatas a juego. Esas que vienen envueltas en papel de aluminio. Pues bien, en esa sesión de viernes noche nunca faltaban las hamburguesas. Y él estaba feliz. Sus dos pasiones juntas.

...

No se. ¿No parece que falta algo? Algo con una receta secreta. Signo del capitalismo. De la cafeina. Exacto. Su ansiada coca-cola light fría. Noche perfecta.

Para mi esas noches también lo eran. Yo disfrutaba con los "mayores" pelando pipas, para luego comérmelas todas juntas (a pesar de que mi madre siempre me echaba bronca por pringar los asientos). Me gustaba ir a la sesión golfa de Los Rosales. A la Terraza, a tomar patacas "frítidas" y "gran-adidas". Aunque, por supuesto, a veces me cagaba en ellos. En todos. Sobretodo cuando me levantaban del sofá de Manolo a las 4 de la mañana. O cuando se emborrachaban comiendo sardinas. O cuando se me caían verjas de "El Local". Pero Pepín siempre estaba ahí para ofrecerme barcos piratas de su infancia, revistas de Leo, cromos de El Rey León, pegatinas de las Spice Girls, el último estreno de Disney en cinta, golosinas, regalos adornados con todo lujo de detalles, tazos, gogos...
Luego, todo esto fue cambiando... Me había prometido un streaptease de un negro, que todavía estoy esperando. Pero da igual. Aun ahora me gusta llegar los viernes a casa y que, por la noche, cuando Pepín viene, se paralice en la cocina, gire e incline el cuerpo de esa forma tan peculiar, abra los brazos cuan Jesús en la cruz pero con gafas de pasta y me de ese pedazo abrazo que anuncia el fin de semana.

Muchísimas felicidades Pe.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Kanami sang imo blog. Daw spaghetti.

Anónimo dijo...

It could challenge the ideas of the people who visit your blog.

Anónimo dijo...

Your blog is very creative, when people read this it widens our imaginations.