Tiramisú

Últimamente mi inspiración está concentrada en hacer guiones y especificar las escenas de animaciones ficticias sobre príncipes y princesas en problemas. Últimamente mi mente piensa en capas, en interpolaciones de forma o en planos americanos.
Solamente, cuando me subo en el bus y me veo reflejada en la ventana me doy cuenta de que sigo moviéndome hacia adelante. Hacia alguna parte. Y cuando llego a casa vuelvo a encender el portatil.

Me cuesta inspirarme. Solo una banda sonora concreta lo consigue. Una banda sonora que me trae recuerdos de los últimos seis meses del 2008. Querrá decir algo.
Pero cuando el acordeón suena me acuerdo de las cosas que prometí y que debo cumplir. Sobretodo por que para mi esos seis meses están muy relacionados con la persona a la que le debo algo. Ayer esa persona cumplió treinta más treinta.
Aunque ella no lo sabe, guardo cada sobre dedicado que año tras año me da en fechas señaladas con un bonito regalo en su interior. Las fotos de aquel viaje a Inglaterra. Mi paladar guarda ese sabor a café y a mascarpone. Y mis ojos aquel estampado rosa y granate del sillón de su antigua casa (algún día te llevaré a Casa das Crechas, en Santiago, para que allí veas algo). Mi espalda todavía estará marcada en ese cojín, en algún lugar. Y mi nariz puede oler esa muñequita color fresa que su hija universitaria guardaba en su habitación. Ahora, esa hija será madre. Esa madre será abuela (por segunda vez). Abuela de treinta más treinta.

Está muy bien que ahora te dediques a los repollos y a la comida autóctona pero creo que nos debemos otra cena en un restaurante hindú como aquel cumpleaños de hace años que celebramos en el país de los dragones rojos.