miércoles, 10 de junio de 2009

Algo que siempre quise publicar (para adultos)

Llevábamos viéndonos un par de semanas. La verdad es que para lo poco que nos conociamos teníamos mucha confianza. Mis amigas ya lo sabían: era perfecto en todos los sentidos
Esa noche quedamos en mi casa. Se empeñó en que teniamos que hacer la cena juntos. Él el primer plato, y yo, el postre. Así que entre risas y contándonos qué tal nos fuera el día empezamos a cocinar.
Una de las cosas que más me gustaba de él era cómo me abrazaba. Le encantaba ponerse detrás de mi y rodear mi cintura con sus manos. Y el momento cocina era perfecto para eso.
Mientras yo removía el azúcar para el flan y el arroz se hacía, lo volvío a hacer. Me volvía loca. Sentir su respiración contra mi cuello y escuchar la voz cerca de mi oreja. Mi desconcentración se hacía evidente.
Con su mano me apartó el pelo para un lado y empezó a pasar sus dedos por la parte del cuello que quedaba descubierta. Suavemente, casi sin tocar. Sus labios los sustituyeron. Yo intentaba disimular para que no parara dando vueltas a la cuchara removiendo el azucar que empezaba a cambiar de color.
Subiendo, llegó hasta la oreja. Estaba perdida. Adios flan. Adios concentración. Solté la cuchara y le acaricié el pelo con una mano. La otra acompañaba a la de él que me hacía caricias en la barriga justo en esa parte en la que casi todos tenemos cosquillas. Sus labios y su lengua se rifaban mi oreja y mi cuello. Y mientras una mano subía, la otra bajaba.
Yo, que ya había desistido por completo de seguir cocinando, me dejaba llevar agarrada ahora con las dos manos al marmol de la cocina. Poco a poco. Despacio. Aunque mi respiración era cada vez más rápida.
Me di la vuelta y le besé por fin, moviéndonos hacia la pared (por aquello de apartarnos de la zona peligrosa de la cocina). Ahora era mío aunque una de sus manos seguía distrayéndome. Yo también sabía lo que le gustaba a él. Separando un poco mis labios de los suyos, hacia inapreciables círculos, haciendo que sólo se notara el calor que irradiaban. Con mi lengua los tocaba. Sin dejar que me besara. Separando el cuello si hacía falta. Hasta que el juego terminó.
Le saqué la camiseta y agachándome besé su torso. Hasta la parte en la que empezaba el pantalón. Desabrochándolo y bajándolo. Dándole ganas de algo más.
Al momento siguiente mi camiseta y la parte de arriba del conjunto estaban ya en el suelo. Me bajó los pantalones al mismo tiempo que su lengua bajaba curveando.
Me agarró y yo me enganché con mis piernas en su espalda, sentándome en la mesa...


No me acuerdo en qué momento se quemó el azúcar.


(algún día, cuando sea famosa y no cuestionen lo que escriba, terminaré la historia)

Sí, me he rajado

5 comentarios:

Rosa dijo...

ole, ole y ole.
Yo quiero saber cuantos orgasmos tiene!!!!

Andre, eres Dios.
No tengo nada más que decir

Una voz a lo lejos dijo...

Mierda Andre!!! Ahora no sólo estoy con el mono de leer las dos últimas partes de Millenium, si no que además quiero saberlo que paso con la chica del azúcar quemado...

Yo se hacer caramelo,alguien se ofrece a "quemármelo"???

Anónimo dijo...

Eres una crack!
Yo que pensaba que tu punto fuerte eran los objetivos genéricos... y resulta que no solo escribe bien, sino que ha inspirado un eufemismo di-vi-no.
Un besazo, me voy a quemar azúcar.

grñfr ai omá, que rico! dijo...

joder andre!!!
e despois non che gusta q diga x aí q escribes xenial!
pois para mostra un caramelo... digo un botón! XD

pd:se foron así os entremeses, como será o postre

pd2: prefiro caramelo queimado asi que outra cea en Casa Marcelo

Anónimo dijo...

quiero dejar constancia de que vía facebook te has comprometido a contar el final... ya sabes lo que toca!