Me apetece toquetear el teclado a ritmo acompasado. Mirar a la pantalla pensando solamente en la siguiente palabra mientras la música suena como un murmullo de fondo que queda apagado por la concentración. Bajar la cabeza y mirarme los dedos, estirándolos, pensando a dónde dirigirlos en el próximo golpe. Y acariciarlos como siempre. Un tick o mi pequeña forma de darme cariño: acariciarme los dedos rechonchos mientras pienso qué decir. ¿Masturbación creativa?
Puede ser.
Sí, me apetece escribir. Y esa es una de las sensaciones más agradables para acabar el día.
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