Poco a poco vuelven las botas y los jerseys gordos. Poco a poco el croar de las ranas se hace cada vez más intenso en la milleira, al mismo tiempo que la lluvia empapa la tierra y las hojas de los árboles. Poco a poco, las nueces del nogal de 24 años, los mismos que tiene la niña rubia que nació el día que lo plantaron, caen desprendiéndose del envoltorio que se pudre a su lado. Poco a poco el edredón se hace cada vez más necesario al igual que las tardes de sofá y película clásica. Los pies no se calientan y el pelo se eriza nada más poner un pie fuera de casa.
Poco a poco en las playas solo quedan restos de olor a crema del sol y ecos de niños gritando en la orilla. Y en las terrazas, las sillas y mesas de plástico se mojan atadas con un candado. Poco a poco, las chanclas y los pantalones cortos se quedan al final del armario, destronados de la parte de adelante. El caldo, la leche caliente y los potajes luchan por quedarse las potas y tazas que antes tenían el gazpacho, las ensaladas y el melón con jamón.
Poco a poco las nubes grises usurpan el reino al cielo azul. El fuerte viento acosa a la brisa mañanera. La lluvia roba los rayos al sol y se los guarda en los relámpagos para no dejarlos salir. Poco a poco las flores emigran y los pájaron se divorcian.
Y así, poco a poco, el invierno llega.
2 comentarios:
A ti no te gustará pero a mi me tiene un punto :).
Pako
Tal y como tu lo cuentas es perfecto :).
Siempre pensamos que todo nace en la primavera, pero en otoño la naturaleza toma la decisión de renacer, se quita lo viejo y se prepara para lo nuevo que vendrá.
Así que a preparar las katiuskas y el gorrito de punto, que hay que empezar a saltar de charco en charco!!
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