Besos de película

Bueno, pues como todo el mundo anda con las dichosas felicitaciones en estas fechas, yo voy a hacer una un tanto especial. La dedico a los besos de película. Pero no a los de cualquier película. No. Me refiero a los de las películas de cine clásico.

Hay una extraña idea, una apreciación que pasa de generación en generación que nos hace desear siempre un "beso de película" pero es que realmente... Yo, no los quiero. Por lo menos, no los de ese tipo de películas.

Hay dos características básicas en ese tipo de "mimitos". Uno es el de la presencia en el cuerpo de las mujeres de una especie de resorte en el momento de aproximar la cabeza a la del hombre. Me explico: a ellas parece que les da un tirón en el cuello por el cual se ven necesitadas de echar la cabeza hacia atrás hasta límites increibles. El otro es la forma que ellos tienen de agarrarlas. Con fuerza, casi dejándolas sin respirar, cogiéndolas bien por los brazos o bien rodeándolas por detrás de la espalda.
Estos dos rasgos parece que prometen, que segundos después va a tener lugar un beso impresionante, de estos que nos hacen pensar: dios, ya me lo podía dar a mi. ¡Pero no! Porque al final, lo único que hacen es darse un piquito, sin sentimiento, mover un poco la cabeza de un lado a otro y rozar los labios de forma no-sexy.

Ahora bien, no seamos materialistas. ¿Quién no ha deseado alguna vez vivir una historia de amor como las que surgen en esas películas? Casablanca, Dolce Vita, Desayuno con diamantes, Sabrina... Son referentes. A pesar de sus tristes besos. Así que yo os deseo que tengais unos besos maravillosos de quien sea. Besos de película. Pero de una película en la que yo sea la directora.

Muchos y felices besos en estas fechas ;)