miércoles, 19 de diciembre de 2007

Navidades en Serra 13

Una madre, un padre, una abuela, dos tías, dos tíos, una madrina y un padrino, una prima, un primo, un argentino emigrante retornado, dos amigos de la familia, su hijo, la madre de uno de ellos, los Babío, una casa antigua de cien años situada en Serra 13, Sada. Una casa de la colina en Samoedo con piscina 10x5. Y por supuesto, un Papá Noel con barba rubia, trineo sobre sillas de plástico y GPS incorporado. Estos son los ingredientes que combinados con sentimientos varios (que oscilan entre alegría, crispación, broncas, ilusión…) conforman la Navidad tal y como yo la vivo. Año tras año la historia se repite. Con matices.
Desde hace tres, podemos volver a hacer el paripé de “que viene Papá Noel” porque mi persona-niña ha sido sustituida por mi primo Ignacio. Ahora puedo ver todos los trucos que utilizaban, sobretodo mi padre, para que la ingenua de la familia no se diera cuenta de quién era el gordo vestido de rojo. Estos trucos varían según el año. De un cordel con una campanita que mi padre hacía sonar por dentro de la casa, hasta el año pasado:

- Creación de un trineo último modelo con dos sillas cubiertas con una manta roja y luces de colores:
- Situación: En la huerta de mi casa.
- Lugar donde se podría observar: la ventana de la habitación de mi abuela.
- Truco infalible: cuerdas que dirigen a Rudolf y el resto (no se gastó tanta pasta. No había renos) y campanitas.
- Atuendo: Traje Papá Noel de los chinos + saco de patatas con los regalos.
- Momento en el que debíamos subir para verlo: anunciado con una llamada perdida a mi teléfono móvil (de ahí lo del GPS).

Resultado: Toda la familia tronchándose de mi padre vestido de Papá Noel, sentado en una “silla-trineo” con miedo a electrocutarse debido a la humedad del césped. Y mi primo, acojonado a más no poder con un pensamiento similar al de “qué bien que trae los regalos, pero que se marche de una puta vez”.
Esa es una de las cosas más representativas de las Navidades en Serra 13, Navidades que llegan anunciadas por la voz de la cocinera, mi madre: “Este año, bien lo sabe dios, no me pienso romper la cabeza con la cena. Y no me voy a gastar el dinero en regalos estúpidos. Ya se lo dije a tus tías” Aunque al final, cae y este año nos sorprenderá con un plato de diseño de Arzak: mango con foie o algo similar. Yo ya le dije que lo suyo no era ese tipo de cocina porque para hacer una tortilla tiene que utilizar 93845739248573298457 potas… pero…………
Otra de las cosas que nunca falta son las servilletas de Pórtico a juego con los platos para el turrón que se encarga de comprar una de mis tías (eso sí, como son caras de cojones, hay que limpiarse poco para que duren hasta fin de año) Su pasión. Eso, más la emoción que para ella supone la colocación de cada cachito de Suchard en el bandeja. Según ella: “nada puede desconcentrar la mesa”. Y como no: yo siempre estoy al acecho. El trozo de turrón que sobra… para el buche de la menda.
El día de Noche Buena, todo transcurre con normalidad. Mis tías interrogándome sobre mi vida privada, mi madre prohibiéndole la entrada a mi abuela en la cocina, mi abuela desterrada al salón en donde escucha atenta el discurso del Rey (suele quedarse dormida siempre), mi primo corriendo histérico por toda la casa…El día de Navidad, más o menos igual.
El de fin de año, es un caso aparte. Hay tres palabras claves: Carolina, Anuncios y Primera. O sea, las uvas se ven, por tradición, en La Primera; esperamos atentos a ver el primer y último anuncio del año; para después pasar al desmadre al ritmo de “A saia de Carolina”, entre otras cosas (recuerdo, que sin estar borracha, yo amenizaba el baile de pequeña con la coreografía de las Spice Girls…). Recientemente me incorporé a las salidas nocturnas este día con lo que el de Año Nuevo para mi se resume en comer y dormir.
En Reyes toca comer de gorro en restaurante caro cortesía de mis padrinos ricos que celebran sus respectivos cumpleaños.
Este año hay dos novedades. La primera es que el día de Fin de Año lo celebraremos en “una chabola que te cagas” que hemos apodado como “la Casa de la Colina”. O sea, la nueva casa de mis padrinos (la de la piscina). La segunda, que todos estos días de locura, por los cuales amo y odio estas fechas, serán vistos y analizados (espero que los resista) por Antonio, nuestro pariente argentino.

Conclusión de toda esta parrafada: MI FAMILIA Y YO SOMOS COMPLEJOS

4 comentarios:

Anónimo dijo...

......... Mi familia y yo tb somos complejos.... pero somos bastantes menos.... xD

M egustaría saber lo que es una navidad así, ya lo sabes... así que no te quejes!

Mil bikiñossssss

Marcos Sanluis dijo...

Suena divertido ;) Y tu padre no prepara uno de esos calamares que pesca entre tornado y tifón?

Anónimo dijo...

jajajajajaj compleja pero mágica jeje

aun recuerdo ayudarte a poner las putas postales encima de la maderita esta de la pared de la cocina...

a mi nadie me quita el espiruto navideño tampoco!!!!!

nos vemos petarda, RECUPERATE...pa pillarte otra, otra y otra mas... xD

MUA!!!!!!!!!!!!!!!!!

Anónimo dijo...

diosssss...perdón por comentar tan a destempo, pero q saibas q na miña casa a complexidade vaiche ao par...
A noiteboa comeza a deixarse ver unha semana antes, tamén coa típica frase de "Ben sabe dios que este ano non me vou matar coa cea".

E tamén nos acompañan a cear as servilletas de Pórtico, ás que eu lles intento dar forma con maior ou menor fortuna (segundo se tercie)

Un bico