Extrañezas

Algo extraño ha pasado estos días en Vista Alegre. Las cuerdas que han servido para colgar braguitas, camisetas con escote, faldas... esta semana se han cubierto por unas prendas desconocidas. Desconocidas para ellas. Yo estoy cansada de verlas asomar por encima de unos pantalonciños pitillos. Hablamos de la ropa interior masculina. Con rayitas, de un solo color... Muy chics, muy a la moda. Con estilo. Igual que él. Y la verdad es que esa visita casi inesperada fue un soplo de aire fresco para el 42 Bajo. Una visita que vino acompañada de Betadine, grapas, un chandal de puño, unos gordos labios, una maleta invadiendo el pasillo, espuma de afeitar junto a la espuma Curl Power, cámaras con funda-calcetines, bocadillos de jamón serrano no-cinco jotas, Kinders, cutre licor café a las siete de la tarde, rotaciones en las "tres" camas, mujeres que fomentan el lesbianismo y que utilizan tu ropa con la diferencia de que ellas tienen unas esbeltas piernas, Los Ramones rosados...

Y todo, dio lugar a una conclusión obvia: Nosotros, al igual que Amy, necesitamos una rehabilitación. De muchas cosas. Pero no lo conseguirán. Seguiremos en Brighton y Cardiff. Seguiremos enamorados, seguiremos teniendo que quedar con desconocidos por "motivos telefónicos". Seguiremos llorando por cosas incontrolables. Seguiremos corriendo el riesgo de acabar con grapas en zonas de nuestro cuerpo. Seguiremos sacándonos fotos en respuesta a la falta de espejos. Y visitando otras Quintas Dimensiones... y comiendo habas en puré. Por que esto no es cuestión de etapas. Es cuestión de un verbo: extrañar. Al igual que esas extrañas prendas que invadían el patio andaluz de nuestra casa (con el toque a humedal) y de todas las cosas extrañas que viviamos esos días, vinculadas por supuesto, al surrealismo.

Yo extrañaré al culito que las lucía cuando alce el vuelo hacia Inglaterra. Eso ya no tiene solución.

Pero siempre quedarán esos momentos. Así que no me voy a rehabilitar.

Quedará su olor.