El estilo artístico propio de Sada

Nuestra semana, hace unos cuantos años, empezaba en viernes. Para mi, empezaba en el fallado, conectada al Irc decidiendo la ropa que ponerme un "finde" más. Solía sonar Carolina Márquez o Modjo en la cadena de música. Y en mi ordenador no había ni messenger, ni facebook, ni tuenti, ni Maya, ni Flash, ni nada. Solo necesitaba el cd que cargaba el camino al Lost-Paradise.
Allí nos encontrábamos buffy_16, |V|aria, Fukini, icia16, Tormenta, Cupita, Lorella, Azzulina, Chole_16, irias... (¡mil perdones para los olvidados pero mis neuronas no dan para más!) Horas y horas hablando de lo que nos pasaría al día siguiente, de lo que nos había pasado el sábado anterior y de cómo ibamos vestidas para tales ocasiones. Era viernes y era lo que había que hacer. El día del feirón llegaba. Estaba cerca. Y no nos importaba a cuánto estarían las bragas o las lechugas. Nos importaba que se pegara bien el cuño en el dorso de la mano o que no nos dolieran mucho los pies.

La juerga empezaba por el día. Sobre las seis. Chupitón, Aeropuerto... bebidas de todos los colores. Colores que no se asimilaban a nada que existiera en líquido en la vida real. Y luego, todo se convertía en una piruleta con forma de corazón de la tienda de gominolas de al lado de la pescadería. Y entre fajas, repollos y "chandales" entrábamos en esa discoteca con nombre de estilo artístico apodado por muchos "Warroke". Dentro, un sin fin de cuadros de estilo baroquiano con nombres como estos: "El hombre sudoroso y su pantalón rallado". "Bodega de masturbación femenina en cuarto de baño". "Pica-Pica". "Lloros". "Caballero amigo de canción lenta". "Enfados". "Risas". "Emociones sobreestimuladas con cacique". "Coruñeses". "Caída en plena pista".

Y la noche acababa siempre sobre la una, curando nuestros cuerpos dañados en la repisa de una farmacia cerrada.



Ahora cambian los horarios. Las seis se convierten en las diez. La una, en las siete. Las piruletas son tapas de raxo y tortilla. Los colores raros en las bebidas son el color cerveza, vino, café o, directamente, incoloro. La perversión que se vivía en los sofás de arriba se ha transformado en pasión sin ingenuidad. Pero los cuadros baroquianos vuelven cada fin de semana, con otras pinceladas u otros tonos.