viernes, 15 de febrero de 2013

Tanto asco

Todo da tanto asco que ya no se si cago estrellas, o si son perlas la suciedad de los contenedores de basura. Tanto asco como el pelo grasiento y el olor a muerto, como una mosca verde de las que chocan contra las ventanas con ese insoportable ruido. Todo da tanto asco como el vómito en la puerta de un pub y como el sabor que deja en la boca la resaca. Asco.
Todo da tanto asco que los ladrones parecen buenos, que los malos son peores y que los menos malos se convierten en rosas con espinas. Tanto asco que la esperanza veranea en un paraíso fiscal y que la palabra chorizo ya no hace que salive. Todo da tanto asco que enfermamos cuando tocamos el mando.
Tanto asco que no me importa que un Melancholia choque contra la Tierra o que se cumplan las catastróficas películas de domingo. Todo da tanto asco como los monstruos peludos de debajo de la cama. Como morder una toalla o arañar una servilleta. Asco.
Todo da tanto asco como el aceite en una freidora mohosa y el olor de la baba.
Asco como enquistar, furúnculo, hongo o chumino. Asco como la conversación de ascensor, como los gusanos en la fruta y las falsas sonrisas.

Sí, hoy salió el sol, pero todo da tanto asco, que ya no importa.

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