domingo, 22 de noviembre de 2015

Viento

Un torbellino descontrolado caía sobre mi cuerpo. Mis piernas, frágiles por el entumecimiento después de días sin ver la luz, luchaban a duras penas por vencerlo. Mis rizos practicaban posturas de cama de un lado a otro y mis ojos, entreabiertos, les cerraban las puertas del hotel de carretera.

Se filtraba por todas las rendijas de la ciudad, produciendo sonidos estridentemente naturales. Los cruces de calles estaban dominados por ondas de velocidades distintas y direcciones contrarias.

Unos cables destronados de su lugar se movían acompasados chocando contra la pared.

Toc... Toc... Toc...

Los charcos, círculos concéntricos sobre el cemento, eran pistas de juego para hojas surfistas. 

Una farola de luz tintineante comenzaba con un Parkinson prematuro.

Yo pensaba, ¿no pasará esta tormenta de una vez? Sabía que la respuesta era no.

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