sábado, 29 de noviembre de 2014

Monotonía

Aquella mañana la parada de autobús parecía el rodaje de una extraña película. Todavía en la noche, la farola hacía de foco de la escena, alumbrando desde arriba las caras de los dormidos transeuntes.
Las sombras que se dibujaban en sus ojeras hacían a todo el mundo siniestro, sospechoso de haber cometido un terrible crimen amparados por la oscuridad. Y el frío los hacía encojerse, formando jorobas en cada uno de ellos.
Poco a poco, se iban abriendo las persianas, temerosas de comenzar un nuevo día y produciendo ese sonido tan característico del despertar de la ciudad. Mientras, los habituales de los bares fumaban el primer pitillo de la mañana o el último de la noche.

De los garajes, salían los coches. De los portales, adolescentes escuchando música en el móvil. De las furgonetas, pescado, periódicos y cervezas.

El farmacéutico de la Abierta 24 horas dormía despierto, esperando al 11, destino Parada Cama. 

Esto ocurría aquella mañana mientras esperaba al C3 en la Calle de la Torre, al igual que ya había ocurrido el lunes, martes, miércoles y jueves.


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