domingo, 4 de octubre de 2015

Terminar un libro


Normalmente, me lleva meses. Me despisto con facilidad y no salto a la siguiente línea porque decido escuchar música o porque caigo en las redes de los "Mensaje no leído". Sin embargo, cada vez que retomas en la página siguiente a la última que leiste, nada ha cambiado. Los personajes están donde los habías dejado. Siguen tristes o contentos. Sigue siendo otoño o verano en su vida y tú te sientes parte de ella. 

Es por eso que cuando ves que el marcapáginas tiene más palabras antes que después te empieza a invadir ya una cierta sensación de nostalgia. Pero has avanzado hasta ahí y debes seguir. Tu cerebro continúa uniendo letras para formar adjetivos, verbos, pronombres... en esa ensalada de imaginación. 

Al final, llegas al último renglón y lo cierras, produciendo un golpe seco como cuando en las películas el protagonista descubre cómo llegar al tesoro consultando un polvoriento libro. Parte de él se ha quedado en ti. Mezcla de ternura, añoranza, desahogo y satisfacción recorre tus arterias, las que conducen los sentimientos.

Pasarán los años y probablemente no te acuerdes del título pero sí de ese día en el que leyendo la página 67 en un tren destino Cualquiera viste por la ventana un árbol cargadito de gorriones amarillos que cantaban la Sinfonía Número 5 de Beethoven mientras eran dirigidos por un hombre de barba tupida y levita amarilla.

1 comentario:

martacuba dijo...

Volvamos a los libros!! Sii
Muy chula la foto!

;-)